martes, 30 de noviembre de 2010

Divorcio Parental

Antes de empezar a desarrollar mi idea quiero expresar mi infinito agradecimiento a Dios, a las buenas vibras, al destino, a fuerzas superiores, a la naturaleza, por pertenecer a una familia increíble, en donde existen lazos de fraternidad extraordinarios y no me cansare de agradecer y expresar mi amor y cariño hacia cada uno de ellos.
Es importante reconocer que esta tesis no es original mía, la retome del blog de una buena amiga, Kathia Gómez y de inmediato estuve de acuerdo. Hoy en día me convenzo más.  
Nacemos sin poder elegir si quiera nacer o no. No escogimos país, status, mucho menos el sistema político en que deseamos desarrollarnos, nacemos dentro de una realidad establecida y no queda más que adaptarse a ella. A medida vamos creciendo vamos adquiriendo la capacidad de optar por ciertas cosas y así es cómo vamos forjando un futuro. Entre estas cosas podemos elegir con quienes relacionarnos, recolectar, reciclar y desechar personas en nuestra vida. Sin embargo hay personas que difícilmente se puedan separar, ya que por cosas de Dios, las buenas vibras, el destino, etc. Nos une a ellas un lazo de consanguinidad.    
Es aquí donde muchas veces recuerdo el texto de Kathia y me pregunto: ¿Por qué no existe el divorcio parental? Escoger de nuestra familia a las personas que aportan de una manera positiva tanto personalmente como al grupo familiar y alejar a las que simplemente ocasionan problemas o simplemente su única motivación se llama interés.
Divorciarnos de los parientes que aparecen utilizando el título de “prima”, “primo”, “tía”, etc. Y tener una hora de saber de su existencia. Separarnos de los familiares que al brindarles un gesto de solidaridad sienten el derecho de aprovecharse y abusar. De las personas que al encontrarse en un problema piensan que es obligación de sus familiares resolvérselo mientras ven televisión; de las que piensan que por tener el mismo apellido los demás están en la disposición de aguantarlos o que nunca hicieron nada de su vida y buscan refugio (ser mantenidos) donde más les convenga.
En muchas ocasiones su misma actitud de “lo tuyo es mío y lo mío es mío” pone a prueba la tolerancia, la paciencia y la empatía familiar que existe.
Quiero aclarar que no es que me moleste brindar ayuda en lo que se pueda, el buscar conjuntamente una solución, sino mas bien que a pesar del esfuerzo de todos no sentir de parte del beneficiario una actitud agradecida y a cambio de eso percibir altanería.
Espero no herir susceptibilidades, cada uno sabe qué papel juega dentro de su familia y como me mencionó un buen amigo es vital saber escoger los círculos estratégicos que enmarcan tu vida y reconocer límites que por algún motivo estan esas personas en nuestra vida.  

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